DESEMPLEO,
INCERTIDUMBRE O JUVENTUD
El
presente ensayo intenta describir la percepción de la situación laboral que
enfrentan los jóvenes en el estado de Guanajuato. Las ideas aquí desarrolladas
son producto de una entrevista de opinión diseñada con base en tres argumentos
centrales del texto de Robert Castel sobre la relación de los jóvenes con el
trabajo y el informe del Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE) publicado
en 2013 acerca de la situación de los jóvenes en el país. Mi percepción inicial
es que en tanto que jóvenes podemos ser creativos a la hora de ofertar nuestra
fuerza de trabajo. El mercado laboral guanajuatense tiene la particularidad de
favorecer al sector industrial, lo que no limita las posibilidades de competir
en el sector público, de incursionar en la política o de emprender un negocio
propio.
A1. “¿Jóvenes o recién llegados?”[1]
Robert
Castel (2010) dice que la categoría edad y la relación primera con el trabajo
están, con frecuencia, asociadas. De ahí que lanza la pregunta de si “tienen
los jóvenes una relación específica con el trabajo”, a lo que respondo
afirmativamente. En Guanajuato las tasas de desocupación, subocupación e
informalidad entre jóvenes de 15 a 29 años son altas, según lo indica una nota
periodística[2].
Aunque el gobierno del estado enfoca esfuerzos y recursos para hacer frente al
crecimiento anual de la población económicamente activa (PEA) a través de la
generación de empleos, parece que los jóvenes mantienen una relación incierta
con el campo laboral, quizá producto de una desorientación profesional o de una
sobredemanda.
Como
sea, y esperando contrarrestar esta situación, desde 2013 se puso en marcha el
Modelo mexicano de formación dual (MMFD) para garantizar que desde el tercer
semestre de un bachillerato tecnológico, profesional técnico o profesional
técnico bachiller los alumnos se inserten al mercado laboral empresarial[3]. Mientras que en las
universidades, la incertidumbre se afronta de manera distinta puesto que por definición,
según la RAE (2016), hablamos de instituciones en donde se “[hacen] los
estudios mayores de ciencias y letras, [las cuales tienen] autoridad para la
colación de grados en las facultades correspondientes”.
En
contra de la opinión de Gustavo Orenday, disto de creer en la conveniencia de
un modelo de formación dual aplicable a las universidades[4]. Los jóvenes
universitarios bien pueden aprovechar el respaldo y el reconocimiento
institucional para entablar relaciones sociales, buscar opciones de servicio
social prometedoras, “tocar puertas” o “abrirse camino” en el campo laboral.
A2.
Pobreza estructural
Con
todo, el panorama no es tan pesimista. El círculo vicioso “pobreza que genera
pobreza” puede romperse. Por ejemplo, hay programas para jóvenes emprendedores
que promueven los tres órdenes de gobierno con un respaldo financiero a título
perdido. Existen también acciones gubernamentales para combatir el rezago
educativo, desalentar la economía informal y atacar la incidencia juvenil en
actos de delincuencia organizada.
A3.
Nuevas actitudes frente al trabajo
El
último argumento que retomo es el que refiere a una ruptura generacional en el
nivel de escolaridad y la actitud frente al trabajo, entre padres e hijos.
Extrapolado al objeto de este análisis, en cuanto a nivel de escolaridad, los
jóvenes encuestados en 2012 por el IMJUVE superaban en número a los padres de
familia con educación básica, media superior y superior (tabla 2). Mientras que
su actitud frente al trabajo, a diferencia de lo que sugiere Castel, es más
bien desconcertante.
A
decir de Orenday, lejos de observar una actitud responsable, disciplinada y
eficiente, hay una tendencia a encontrar jóvenes poco comprometidos con el
campo laboral. Según sugiere, la razón es que están desorientados respecto a su
plan de vida y al verse enfrentados con la realidad pierden el entusiasmo por
trabajar; renuncian y “prueban suerte” durante un tiempo indefinido buscando
cubrir sus expectativas (tabla 3). Frente a esto, las empresas (lo mismo que
las dependencias gubernamentales, los partidos políticos, las universidades y
cualquier otra institución) aumentan la demanda de jóvenes con actitud
responsable.
Hacer
carrera política siempre es una opción
Puesto
que nunca es deleznable hacer carrera política, conviene ser un personaje
activo desde temprana edad para así adquirir experiencia y entablar relaciones
sociales estratégicas. Aunque los jóvenes son un recurso retórico agotado en
los discursos, los partidos políticos sí están abriendo espacios para formar a
nuevas generaciones. De entrada ofrecen puestos simbólicos como mecanismos de
prueba. Pero cuando los jóvenes demuestran ser apasionados, buenos gestores,
movilizadores y personas leales no encuentran mayores impedimentos para las
nominaciones a cargos públicos.
Si
bien un joven llama la atención cuando es creativo, tiene experiencia,
calificación escolar, compromiso, ambición, visión, capacidad innovadora y
propositiva, hay que ser conscientes de los tiempos políticos y generar
simpatía entre la estructura jerárquica que controla estas instituciones. Conviene
advertir que ser joven y querer vivir de la política es una apuesta riesgosa.
El terreno político es muy inestable y ponerse a disposición de las
oportunidades que genera es una actitud bastante ingenua.
Conclusiones
Titulé
este trabajo como “Desempleo, incertidumbre o juventud” porque considero que de
pronto sobredimensionamos los problemas de la inserción juvenil en el mercado
laboral. A diferencia de otros grupos etarios, los jóvenes tienen oportunidad
de emplearse cuando activan su capacidad innovadora, creativa y arriesgada.
Aunque seguramente el primer empleo dista mucho de cumplir con sus expectativas
laborales, no obstante, las posibilidades de crecer están subordinadas al
compromiso, la experiencia y las relaciones sociales conseguidas.
En
el caso particular del politólogo, desde mi punto de vista, hay un amplio
margen de acción para ofertar de manera creativa la fuerza de trabajo e
incursionar en cualquier ámbito laboral. No parece imposible la idea de
venderse con el diseño de una política pública, o una propuesta de ley, o
llevando capacitaciones, o elaborando discursos políticos y proyectos para
bajar recursos federales. También podemos buscar becas para estudiar posgrados
o emplearnos como profesores. O apostar por una carrera política.
Anexos
Tabla 2. Nivel de estudios de esta generación vs
generación de los padres, 2012
Tabla
3. Expectativas ante la educación, 2012
Bibliografía
Castel, R. (2010). “¿Tienen los jóvenes una relación
específica con el trabajo?”. En El
ascenso de las incertidumbres. Trabajo,
protecciones, estatuto del individuo. Argentina: FCE.
Colín, M. (12 de marzo de 2014). “Adverso, el mercado
laboral para los jóvenes en el Bajío”. En El
financiero. Recuperado en: http://www.elfinanciero.com.mx/economia/adverso-el-mercado-laboral-para-los-jovenes-en-el-bajio.html. Consulta: 6 de mayo de 2016.
Dirección de Investigación y Estudios sobre Juventud.
(2013). Diagnóstico de la situación de
los jóvenes en México. SEDESOL, IMJUVE. Recuperado en: http://www.imjuventud.gob.mx/imgs/uploads/Diagnostico_Sobre_Jovenes_En_Mexico.pdf (PDF). Consulta: 6 de mayo de 2016.
El Heraldo. (8 de octubre de 2014). “Tasa de desempleo,
más elevada entre jóvenes”. En El Heraldo
del Bajío. Recuperado en: http://heraldodelbajio.com/tasa-de-desempleo-mas-elevada-entre-jovenes/heraldodelbajio.com. Consulta: 6 de mayo de 2016.
Secretaría de Educación Pública. Modelo Mexicano de Formación Dual. Recuperado en: http://www.sems.gob.mx/es_mx/sems/modelo_mexicano_formacion_dual. Consulta: 6 de mayo de 2016.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2015). Información por entidad. Educación,
Escolaridad, Guanajuato. INEGI. Recuperado en: http://www.cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/gto/poblacion/educacion.aspx?tema=me&e=11. Consulta: 6 de mayo de 2016.
[1] (Castel, 2010: 112)
[2] Revisar
en: <http://heraldodelbajio.com/tasa-de-desempleo-mas-elevada-entre-jovenes/heraldodelbajio.com>
[4] Quizá
la propuesta de Gustavo va más encaminada al establecimiento de un modelo de
formación dual entre empresas e Institutos Tecnológicos.
[5] “En Guanajuato, el grado
promedio de escolaridad de la población de 15 años y más es de 8.3, lo que
equivale a casi segundo año de secundaria” (INEGI, 2015).
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