El presente ensayo intentará ofrecer una tentativa
respuesta a la relación negativa entre crecimiento económico y progreso social.
Se critica en especial la noción progresista extrapolada del paradigma
biologicista, la cual rezaba que el desarrollo del hombre se dada de generación
en generación, depurando lo indeseable y preservando lo verdaderamente digno.
Para Darwin la naturaleza no saltaba, sino más bien estaba caracterizada por
una lógica en ascenso que marcaba el provenir en términos más elevados/
desarrollados, por lo que la lectura básica era que el progreso se daba a
manera de escalafones, inexorablemente sedimentados de manera ordenada una vez
introducida la variable interviniente: tiempo. En el contexto social, el hombre
se podía aventurar a dejarse llevar por la tendencia, darse el lujo de tirarse
un clavado a los brazos del desarrollo económico, pues este traería de manera
concomitante el progreso social.
El argumento central para Castel es que antes el porvenir
se leía bajo el signo del progreso social. El compromiso, particularmente
enraizado en el siglo XX, era participar de una dinámica creciente que asociaba
el desarrollo económico con el progreso
social (Castel: 15). Esta unión de tendencias provocaría un desarrollo
bilateral o dual, en tanto estos se consideraban proyectos armónicos, anclados
en una misma base social. Sin embargo, la historia demostró un distanciamiento
entre las lógicas anteriormente expuestas y los eventos tácitos acaecidos en la
sociedad. La sociedad se había pensado como un todo homogéneo, proyectado hacia
una tendencia en función del bien común. Los sesgos de pureza habían hecho su aparición
en la planeación orientada hacia el devenir.
A continuación se presentan tres argumentos puntuales,
regularmente obviados, pero que en realidad tuvieron una repercusión importante
en la estructuración del mundo tal como la conocemos hoy día, si partimos de un
análisis enmarcado sobre el desarrollo económico. Primeramente hay tomar en
cuenta que las condiciones iniciales de cualquier sociedad fueron disimiles una
de otra, en tanto, recursos naturales, posición geopolítica, lenguaje,
organización social y política; ejes que marcaron en buena medida sus
capacidades para generar sus propias reservas de capital, constituyendo su
constelación de factores y definiendo su potencial productivo.
Es segundo término, es necesario pensar que las
nociones de desarrollo y economía dependen en gran medida del lenguaje y
concepciones intrínsecas a una sociedad, por lo que nunca hubo una noción
omnímoda que fungiera como directriz para todos los grupos humanos organizados
en el mundo; antes bien hubo diferentes concepciones y hoy en día se enarbola
una como “el camino”, cuyo carácter primigenio se da en función del
encubrimiento de las rivales. Para Maturana participar del lenguaje implica la
posesión de un sistema nervioso (condición necesaria), pero no implica la
condición suficiente. Esta de acuerdo con Heidegger, en el sentido de que el
lenguaje es la casa del ser y el hombre vive en esa casa, pues a través de este
nos volvemos consientes de nuestro ser y podemos contemplar y evaluar nuestro
destino. No obstante el lenguaje está arraigado en la inclinación a vivir en la
proximidad con los demás. En ese orden de ideas es necesario un sistema
nervioso efectivo, pero también requiere un contacto comunal que permite normas
complejas de vida para evolucionar. El lenguaje como proceso biológico, no
ocurre primero en la cabeza sino en la comunidad (Maturana en Lukens y Lukens:
56). De manera sucinta, el lenguaje se da en razón de las relaciones cercanas
con nuestros semejantes. No puede haber Objetividad sino “objetividad”. La última pretende
enseñar que nuestras distinciones conceptuales producen un entendimiento cada
vez más preciso y sofisticado del mundo exterior tal como existe en realidad.
Maturana recuerda que eso no es cierto.
Hasta los mapas más elegantes de nuestro universo están limitados por nuestra
biología. Solo nos dicen en que forma actúan nuestros impulsos nerviosos en
relación con el medio que nos rodea. El mundo en términos de nosotros. El
conocimiento considerado objetivo, siempre ha sido quimérico. La ciencia,
principal agente de la realidad, no es una forma de conocer el mundo objetivo independiente
de nosotros, es simplemente el desarrollo de un lenguaje especializado, forma
particular de vivir juntos que tiende a funcionar para nosotros (ibídem-. 60).
En última instancia, la modernidad está caracterizada por el
ascenso de una hegemonía de pensamiento imperial, erigida como la rectora de
desarrollo mundial. Proceso que, de manera imperativa, destino sus esfuerzos a
que las naciones del mundo aprehendieran y se adaptarán a la noción de desarrollo
proclive a incentivar el comercio internacional. Se puede percibir en la
actualidad por la abundancia de términos como economía mundial y economías
abiertas; mercados globales y competitividad internacional; integración
económica y libre comercio e interdependencia. Además de la universalización de los patrones de
consumo, cuyo fundamento principal sobre el que se erige la praxis de este
modelo de desarrollo es el de que el comercio internacional da la fuerza
dinámica a la actividad económica (Vidal, G. Correa, E.: 75). Al respecto Wallerstein
en un estudio de los movimientos anti-sistémicos (sociales y los nacionales) se
percata de las semejanzas entre ambos. Una muy importante es la estrategia de
dos pasos: la cual consistía primero en ganar el poder en el estado; para luego
transformar el mundo (Wallerstein: 181). Sin embargo pronto se dieron cuenta de
que el poder del Estado no era tan grande como se imaginaban, sino que este
estaba constreñido bajo las lógicas de un sistema mundo, que obedece a
intereses capitalistas, reforzado por las concepciones hegemónicas del
neoliberalismo.
Para hacer inteligible la lógica de la relación
negativa (hacer explícito lo implícito), es necesario ahondar en el enfoque
estructural de la económica. Creo sin duda que el arquetipo es útil, pues en él
se encuentran sus contradicciones. Grosso
modo se expondrán los elementos constitutivos de este enfoque, a efecto de
hacer deshacer la pretensión desarrollista proveniente del paradigma
biologicista.
Primero hay que hacer mención que lo que anima, lo que
le da vida al sistema económico son los hombres o la totalidad de individuos
aglutinados en un espacio delimitado. Presentes en él, a través de su capacidad
de trabajo, son organizadores y ejecutores de la producción (Lessa, Castro:
13). El conjunto de personas posibilitadas para trabajar (14 a 60 años)
constituye la población productiva. Categoría de la cual se pueden trazar dos
dimensiones, a saber: a) la económicamente activa o la oferta de trabajo con
que cuenta el sistema y, b) la población ocupada o el contingente efectivamente
empleado en la actividad productiva. Sin embargo, la población económicamente
activa se debe caracterizar por la diversidad de grados y tipos de calificación
divergentes (ibídem: 14). En este contexto, el trabajo humano se desenvuelve,
no en el vacío, sino en un ambiente determinado por el trabajo anterior al de
los hombres, es decir, su trabajo se erige sobre la base de la totalidad de elementos generados para
facilitar la producción (reserva de capital). Esto tiene como trasfondo que el
producto generado por el trabajo no es
aplicado en su totalidad para la atención inmediata de necesidades. Por el
contrario, la producción excede con regularidad al consumo, lo cual posibilita
la acumulación (ibídem. 16). Se crean, a manera de efecto inmediato, una amplia
gama de reservas de capital, lo cual compone la constelación de factores,
definiendo su potencial productivo. Las actividades productivas de una sociedad
contemporánea se distribuyen a través de innumerables unidades productoras,
cuya dirección interna está a cargo de un grupo de individuos denominados
organizadores de la producción. Todas estas unidades trabajan articulando de
diversas formas el trabajo, el capital y los recursos, generando por añadidura,
diversas formas de bienes y servicios (ibídem: 18-19). Las naciones
subdesarrolladas gravitaran en torno a la producción primaria, en tanto que en
la naciones avanzadas la integración hegemónica en con base en las actividades
secundarias y terciarias. De ahí la noción que liga el desarrollo con la
industrialización. El funcionamiento de estas unidades productoras, integradas
en un conjunto (aparato productivo) genera dos flujos: el nominal (ingresos
distribuidos por el sistema en su operación) y el real (bienes y servicios).
El proceso productivo, inexorablemente implica un
cierto grado de desgaste para los bienes de capital. Por consiguiente, en aras
de la prevención y del buen funcionamiento ulterior de las unidades
productoras, se convierte en imperativo destinar una parte del ingreso a título
de reserva de depreciación, para en su momento hacer la inversión de reposición
(ibídem: 35-40).
La dialéctica del flujo nominal y el real, erige
supuestas reglas de validación universal. Cuanto más elevado sea el ingreso
medio de una nación, más diversificado será su consumo. También composición del
consumo (ibídem: 50). Puntualmente, entre mayores rendimientos o ingresos
perciba este fenómeno es conocido coma las leyes de evolución del consumo, que
revelan como en la medida en que se altera el nivel de ingreso, se transforma
la un trabajador más capacidad de compra tiene. Por otro lado si la empresa
obtiene un valor agregado elevado, se potenciarán sus posibilidades de hacer inversiones
liquidas e inversión de reposición (inversión bruta). Lo cual se traducirá en
mayor oferta de productos y el mejoramiento de estos a través de la innovación
tecnológica.
Ergo, esto conlleva a una alta productividad per cápita,
condición necesaria para considerar a un Estado o nación como desarrollado.
Al respecto se considera que un espacio económico
llega a ostentar esta condición cuando cuenta con capacidad propia y
autorreproducible para lograr aumentos significativos en la producción antes
mencionada (per cápita), los cuales resuelven sus necesidades sociales, en
constante crecimiento fruto de la propia capacidad productiva (Vidal, G.
Correa, E.: 84).
Cuando una nación alcanza semejante grado de
producción, la pregunta obvia que nace fruto de dicha condición no debe ser
otra que la siguiente ¿Qué hacer con el stock de mercancía (bienes y servicios)
una vez que se han saciado los “deseos y necesidades” y las reservas de capital
están saturadas?
El paradigma de la globalización, cuya historia
oficial pretende esgrimir, en aras de su empoderamiento, la relación benigna
entre progreso social y económico; incentivó las siguientes cuestiones: a)
Importante disminución de aranceles, b) los permisos y otras restricciones a
las importaciones se reducen, c) Desregulación cambiaria, d) Desregularización
y liberalización. En síntesis, es una estrategia de ajuste económico y reforma
estructural que acentúa la apertura económica y coloca la competitividad
internacional como uno de los elementos centrales (ibídem: 77).
Esto pone de relieve 2 cuestiones a saber: 1) El
sistema económico, es eso un sistema, que obedecerá a lógicas para su
conservación. Hay que hablar primero de lo que es un sistema. Este es un conjunto de componentes o factores que tiene
cohesión natural entre sí, cuyo objetivo es la consecución de un fin predeterminado,
el cual en primera instancia reproducirá las condiciones de su propia
existencia al tiempo que produce (Althusser: ), pues la máxima de cualquier
sistema es preservar su vida y su funcionamiento. La consecución de los
objetivos exige una serie de interacciones, relaciones y disposiciones propias
del mismo, de manera estructurada y ordenada (en Easton esto podría ser el
sistema analítico: ese conjunto de relaciones características de un subsistema
separadas del universo de las relaciones). Pero la vida de cualquier sistema
presenta la suma remanente de ecuaciones
desbalanceadas inherentes a su configuración (las propiedades/condiciones
iniciales pueden entrar en conflicto al punto de ser incompatibles con el modelo
a establecer). Por eso la eventualidad de una anomalía, que a pesar de
esfuerzos constantes no se eliminan, fungen como una característica o capacidad
armoniosa. Entonces la carga constante generada por las anomalías, no son sin
embargo, inesperadas dentro de los parámetros de control, a lo mucho genera
inexorablemente fluctuaciones inmanentes dentro de las configuración y
estructura sistémica, y ya que hablamos de un sistema económico, las
condiciones iniciales pueden y de hecho deben entrar en conflicto si se
presentan propiedades que son mutuamente excluyentes. Lo cual es obvio en las
sociedades capitalistas tardías, ya que los imperialismos industriales al
querer potenciar sus economías, echan extensiones hacia afuera, implantando/
enquistando unidades productoras, exportando mercancías, que lejos de
beneficiar a las sociedad receptoras, las inhibe.Esta pretensión totalizadora u
homogeneizadora, discrimina drásticamente las condiciones de las regiones en
que se asientan, particularmente las que tienen que ver con su cultura, y las
formas de producción inherentes a la región. Aquí es donde se produce la más
grande contradicción. Un ejemplo ilustrativo, y que caracteriza muy bien estas
cuestiones; es la que hace referencia a Haber, quien concluye que en contraste
con U.S.A y Europa Occidental en México
La producción de bienes de consumo no estableció
eslabones hacia atrás ni hacia adelante con nuevos productos y procesos. La
manufactura de textiles (tomada como un caso particular) no alentó el
desarrollo de una industria para la producción de maquinaria textil, lo que
habría creado una demanda de industrias de maquinaria, herramientas y acero
especializado, las cuales se hubiesen extendido a su vez a la fabricación de
otros bienes de capital, como habría ocurrido en las economías industriales
avanzadas. (Vidal, G. Correa, E.: 83).
Lo que pone de relieve una noción básica, por no decir
primaria, que consiste en que un país o algún tipo determinado de sociedad,
solo están habilitado para desarrollarse, en cuanto ostente la capacidad de
crear su propia técnica, a partir de su propia industria.
La segunda cuestión en la que se quiere hacer hincapié
es la siguiente. La noción de progreso
está dirigida por las grandes mega corporaciones. Las conclusión de Wallerstein en su trabajo ¿Qué
significa hoy ser un movimiento anti-sistémico? ofrece un punto de partida muy
ad hoc para reforzar este argumento, pues toca puntos muy sensibles en lo
referente a las relaciones internacionales. Particularmente el poder soberano
de los Estados no es tan puro como se creía, este sesgo de pureza promovía la
visión de los estados como un ente autónomo, inmaculado capaz de trazarse a sí
mismo los planes de acción más pertinentes en tanto intereses de los
circunscritos en ese ámbito espacial. Esto no podía ser entendido de otro modo,
dado que el termino autonomía está determinado ex adverso (por su contrario)
heteronomía. El cual da cuenta de la injerencia de un agente exógeno en el
ciclo vital de un Estado capas de incidir en la toma de decisión y trayectorias
del mismo.
Debido a que antaño no se percibían estas lógicas, los
movimientos sociales y nacionales pugnaban por tomar el poder y cambiar el
mundo. La experiencia enseño que el poder de los Estados no era tan
omnipotente, y se descubrió que los estados obedecían a una lógica emanada del
sistema mundo capitalista neoliberal (Wallerstein: 181), cuyo
comportamiento operaba bajo el
paradigma del imperialismo. El cual
designa una nueva forma de soberanía que sucede a la soberanía estatal: una
forma de soberanía ilimitada, que ya no conoce fronteras o más bien que solo
conoce fronteras flexibles y móviles (Hardt y Negri: 159). Las funciones de los
Estados se difuminan, en particular la de los estados colonizados y
subdesarrollados, pues nunca han ejercido su soberanía. Por lo que el giro
cualitativo va en función de que quizá se preserven algunas funciones
inherentes a los Estados (regulaciones monetarias, los flujos económicos, los
movimientos migratorios, las normas legales, los valores culturales), sin
embargo los Estados-nación no pueden ya pretender realizar un ejercicio de la
soberanía o cumplir el rol de autoridad última como en la época de la
modernidad (ibídem: 160).
En esta nueva fase de la historia del capital tales
tareas y funciones han migrado hacia otras esferas y dominios de la vida
social, principalmente hacia los mecanismos de mando del nivel global de las
grandes empresas transnacionales (Hardt y Negri en Boron: 3).Atilio Boron critica esta postura, pues descansa sobre el
entendido de que las empresas trasnacionales no tienen referencia alguna a una
base nacional, cosa que es completamente espuria en virtud del comportamiento
en conjunto entre las casas matrices de las corporaciones y los Estados en
donde están inscritas las anteriores, de tal suerte que trascienden las
fronteras, posibilitando los espacios para el desenvolvimiento o desarrollo de
sus fines. Puntualmente expone: Este
supuesto es completamente equivocado, toda vez que ignora el hecho de que, por
ejemplo, el 96% de las doscientas megacorporaciones que prevalecen en los
mercados mundiales y cuyos ingresos totales alcanzan los 7,1 billones de
dólares por año –equivalentes a la riqueza combinada del 80% de la población
mundial– tienen sus casas matrices en ocho países, están legalmente inscriptas
en los registros de sociedades anónimas de esos mismos ocho países, se
encuentran protegidas por las leyes y los jueces de “sus estados”, y sus
directorios tienen su sede en los mismos países del capitalismo metropolitano
(Boron: 4).
Lo anterior se puede explicar si tomamos prestada la noción
de movimientos sociales de Touraine. Para él estos se definían como una
conducta colectiva organizada de un actor luchando contra su adversario por la
dirección social de la historicidad en una colectividad concreta (255),
entonces es prudente pensar que una colectividad con objetivos claros (fines),
es susceptible de tomar las riendas de la historicidad social, en tanto, la relación con los tres ejes
fundamentales para la consecución de un buen movimiento social sea positiva
(eje de los medios, fines y el campo o totalidad), es decir, en el eje de los
medios se debe contar con un alto potencial, que no estén en contradicción con
los fines, o que sean propicios de efectuar en el campo cultural; en el campo
de los fines, se deben encontrar objetivos que estén acordes a los medios, y
por lo tanto probables de realizar.
Potencializados con una resistencia del adversario tenue y un campo de
desarrollo propicio para el desenvolvimiento armónico de esas potencialidades.
Ahora añadamos a la fórmula el factor Marx. El mencionó que el ámbito de producción, propio de la
esfera económica, era a la vez una relación de poder, en tanto había una suerte
de dominación, entre los dueños de los medios de producción y los trabajadores.
La ecuación está dispuesta y puede leerse de la
siguiente forma. Si una oligarquía del poder tomo las riendas de la
historicidad mundial a través del monopolio tecnológico, y sus raíces
traspasaron los límites de su ámbito
espacial, la consecuencia lógica es la dominación o incidencia en la política
de estos Estados, justificada por la retórica del desarrollo social uniforme.
Sin embargo, sus unidades productoras enquistadas en los nuevos espacios,
tienden a acaparar la mayor parte de ese flujo nominal, llenando los bolsillos
de los magnates y salpicando a la
sociedad en cuestión. A menudo, las alianzas pactadas por los Estados, se dan
en función de escapes rápidos para problemas graves como falta de oportunidades
laborales, en razón de la coacción cuya pretensión guiada bajo los canones de
la racionalidad instrumental medios-fines
obliga a acrecentar las utilidades marginales por unidad de producción
etc.
De manera paralela el desgaste producido en el ciclo
vital del capital obliga a destinar una parte del flujo nominal, bajo el título
de reserva de depreciación para hacer una ulterior inversión de reposición.
Esto connota un proceso de innovación tecnológica, mismo que reducirá las
plazas de empleo de la población. Por eso en el plano de la organización del
trabajo, asistimos a una individualización creciente de las tareas, que exige
la movilidad, la adaptabilidad, la asunción de responsabilidad por parte de los
operadores. Por ejemplo, esos bastiones
de la gran industria donde antaño las grandes cadenas de montaje garantizaban
la hegemonía de la división tayloriana del trabajo son completamente
reconfiguradas por estas nuevas exigencias: el trabajo se organiza en pequeñas
unidades que auto-administran su producción, las empresas apelan más
ampliamente a los temporarios y a los contratados, y practican la tercerización
en una gran escala (Castel).
La opinión contraria de que el avance tecnológico procura
un redoble de esfuerzos en función de la innovación como proceso perenne, es
una lectura dada bajo las dinámicas actuales, mismas que pueden estar
reconfigurando las dinámicas futuras. Por el momento solo queda preguntarse
cuál es la relación entre los individuos cualificados, empleados, para generar
proyectos de innovación, y cuantos individuos han registrado una baja en su
actividad productiva en virtud de un desplazamiento hecho por el capital físico
o tecnológico.
A mi entender estos argumentos comprueban el porqué
del a relación negativa entre progreso social y desarrollo económico, y por
añadidura, ofrecen respuesta a el porque de la baja en los empleos.
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